El curso pasado en nuestra aula TEA una de las TIS (Técnico integrador social) que nos ayudó  a lo largo del curso, Laura, elaboró una caja de relajación para los niños. Estas cajas también  son llamadas cajas antiestres o cajas antiansiedad. En el blog 
OcupaTEA que desde aquí recomiendo, nos explican de manera sencilla qué son y para que sirven.
 
¿Por qué usar las cajas antiestrés?
En ocasiones, observamos como algunas 
personas con TEA (u otros diagnósticos), pueden presentar dificultades 
para controlar y regular sus emociones y/o conductas. Hay muchos 
factores que pueden provocar o favorecer la aparición de un momento de 
desregulación: cambios en las rutinas, cambios ambientales, al hacer 
cosas nuevas, visitar lugares con mucha carga sensorial, etc. Así, 
pueden llegar a producirse reacciones intensas en forma de rabietas y, 
en algunos casos, de agresiones (a uno mismo o a los demás). Así, 
trabajar la autorregulación es muy importante y necesario, tanto para la
 propia persona, como para su entorno.
Es importante intentar saber por qué la
 persona está experimentado esa emoción o mostrando esa conducta para 
poder intervenir sobre ello. Incidir, como siempre, en la importancia de la anticipación
 para prevenir estas conductas indeseadas. Buscaremos que este proceso 
de regulación sea lo más adaptado y fácil para todos (¡tanto para el 
chico como para la familia!), de esta forma, estas cajas o kits pueden 
llegar a ser una herramienta muy interesante.
¿Qué elementos debe de contener? ¿Cómo se usa la caja?
Vamos a contaros cómo nosotras 
entendemos estas cajas. Para explicarnos, vamos a dividirla 
en una parte más sensorial, y en una parte más cognitiva.
 Elementos sensoriales:
Los estímulos propioceptivos tienen un 
efecto calmante para el sistema nervioso, ayudan a disminuir el nivel 
del alerta y así nos ayuda a calmarnos y autorregularnos . Así, debemos añadir elementos que provean de sensaciones propioceptivas
 y de tacto profundo al chico. Nosotras optamos por incluir una “masa de
 pelotitas”, plastilina y un cojín de gel para poder hacer fuerza y 
apretar con las manos. También incluimos una pizarra con tizas, que 
además puede ser usada para apoyar algunos de los otros elementos. Otro 
elemento que incluimos fue una “pelota tragona” a la que para abrirle la
 boca hay que apretar fuerte, y se trata de alimentarla con botones. Por
 último, incluimos un cojín relleno de legumbres para poder ponérselo 
encima y que le provea de una sensación “extra” de peso.
 También necesitamos elementos visuales, como el 
pompero, muelles de colores u otro tipo de juguetes como caleidoscopios o
 botellas sensoriales pueden resultan interesantes, para tratar de fijar
 su atención en otros estímulos.
Como hemos comentado, cada kit es para 
cada chico, pero en función de vuestras necesidades, son muchos los 
elementos que pueden ser incluidos:
- Distintas pelotas sensoriales.
 
- Cascos aislantes para el ruido.
 
- Un mp3 con música que relaje al chico.
 
- Joyas sensoriales para morder.
 
- Elementos para poder golpear.
 
- Algún cuento o cuaderno para escribir.
 
- Cualquier tipo de masilla.
 
Elementos cognitivos:
El objetivo de tener un material cognitivo en la caja antiansiedad es la regulación del propio estado intentando tomar conciencia del mismo,
 fomentando la autonomía e intentando que se generalice en los contextos
 que se puedan producir. El material que preparamos ha sido manipulado, 
explicado y entrenado con anterioridad en las sesiones. El niño debe conocer ese material previamente.
El uso del material va a depender de las
 características del chico, cuanto más autonomía tenga, menor va a ser 
el apoyo externo que va a recibir del adulto. Nosotras creemos, que 
independientemente el nivel de autonomía, es importante el apoyo visual
 para esa autorregulación a nivel cognitivo. Y desde nuestra práctica, 
unir el apoyo visual con la manipulación suele funcionar bastante bien.
Lo ideal es personalizar o individualizar la caja con objetos y cosas que le gusten al alumno y que le relajen. En nuestro caso la caja se forró con dibujos del monstruo de colores , ya que este cuento les gustaba mucho, incluso para un peque se convirtió en uno de sus temas recurrentes.
  
 
Nuestra caja contenía: una botella de la relajación, un globo relleno de bolitas de gel (hacía de pelota antiestrés), un spinner con caritas sonrientes (como no! el juguete de moda!), una cajita cambia miedo (dentro había un trozo de plastilina pesado y negro al que le contamos los miedos para que se queden en la caja) y un monstruo de colores "borra lágrimas", nos podemos pasar los hilitos de colores por la cara que nos hace cosquillas y nos devuelve la sonrisa.
Este es solo un ejemplo porque hay miles  de cajas como miles de niños hay...así que imaginación al poder. 
 
Otra caja que había hecho nuestra compañera tenía: botellas de colores, molinillos para soplar y calmarnos con la respiración, masajeadores, brochas de colorete (nos masajeamos la cara), jeringuilla quitalágrimas, chocolatinas de la felicidad...